Desapego significa entender que en este plano material
estamos todos en una obra de teatro diseñada por Dios. Que cada uno de nosotros
está interpretando algún personaje, pero que todo es irreal. Es una simple obra que
termina cuando acaba nuestra vida. Nuestra verdadera vida comienza cuando
termina la obra. Los actores no se toman a pecho la trama ni sufren personalmente
por lo que pasa en la obra. No se angustian por los problemas planteados en el
guion o por las crisis que pasa su personaje. Saben que están actuando y que la
obra terminará y su vida real continuará.
El reto de los seres humanos en la obra de su vida en este plano material es
acordarse de que están sólo actuando y que la identidad del papel que interpretan
no es su verdadera identidad. Que son espíritus eternos, que han venido a aprender
en este plano y participar en el juego de Dios.
Dios está jugando a las escondidas
con nosotros. Dios hizo toda la creación y luego se escondió en ella. Creó el
escenario, los actores, el público y diseñó las características de la obra. Ahora
nosotros debemos damos cuenta de que sólo es eso, un papel que interpretamos, y
debemos encontrar nuestra verdadera identidad, ese pedacito de Dios que está en
nosotros, en nuestro espíritu. Dios hizo la creación para vivir la felicidad de
encontrarse a sí mismo poquito a poco, espíritu a espíritu. Es por eso que cuando
meditas sientes tanta felicidad y paz; es ese el momento en que un pedacito de Dios
se encuentra con Dios y sientes la naturaleza de tu verdadera esencia. ANTE los vientos de las dificultades, actúa como el hunco.
No te aferres a nada salvo a tu
raíz, a tu alma. Cuando pases momentos difíciles, cuando pierdas algo material que
consideras importante, cuando se presenten circunstancias que te amenacen,
recuerda que estás jugando un papel en la obra. No te angusties, no te lo tomes a
pecho, no te molestes ni te comprometas negativa y emocionalmente. Toma
distancia, asume una posición de observador y recuerda tu verdadera esencia.
Recuerda que el objetivo de esta vida es encontrar ese pedacito de Dios dentro
de ti y vivir cada momento en felicidad y paz. Eso depende de ti. Tú no puedes
controlar los estímulos externos amenazantes, pero lo que sí puedes hacer es
aprender a sentir a Dios en cada momento de tu vida, con tu respiración y la meditación.
Cuando estás en la playa bañándote y sube la marea, te mueves de sitio
para que el mar no inunde tu sombrilla. Cuando baja, lo haces para estar más
cerca del mar y no tener que caminar tanto para bañarte. Si sube o baja la marea,
no te preocupas y te bañas feliz. La vida es cíclica como las mareas. A veces nos va
bien y a veces no tanto como quisiéramos, pero debemos aprender a bañarnos
felices en la vida, al margen de las mareas.
0 comentarios:
Publicar un comentario